Gross Reich Fromm

La voluntad de poder. El anhelo de amor*

Bernd Nitzschke

 

Traducción autorizada por el autor a cargo del Dr. Curt Bernhard Hacker

*Presentado ante el 7mo. Congreso Internacional Otto Gross, Dresden.2008

 

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La utopía de la libertad

Ha sido “uno de los más significativos logros de la investigación de las ciencias sociales y de la psicología social” – que sin embargo debió permanecer entre “los libros menos leídos” (Holz 2006): The Autoritarian Personality (1950) editada en Nueva York por Theodor W. Adorno, Else Frenkel-Brunswik, Daniel J. Levinson y R, Nevitt Sanford, una obra de la que hasta la fecha (2009) no existe una traducción alemana completa. El libro se publica en 1950 como un primer tomo de la serie Studies in Prejudice financiada por el American Jewish Committee publicada por Max Horkheimer y Samuel H. Flowerman. En alemán aparece en 1973 una traducción parcial. Como en el envoltorio de la obra, que era una versión abreviada en dos tercios, tan solo figuraba el nombre de Adorno valió para muchos en el espacio lingüístico alemán  como el espíritu rector del proyecto general. Sin embargo la obra contenía a lado de aportes que él había redactado también capítulos en los que él es uno entre  varios otros autores. Además la versión alemana contenía una composición hasta entonces no publicada, en el cual analiza los tricks de un locutor estadounidense de TV, que en su época era considerado “fascista”, hoy  podría ser  considerado más bien “fundamentalista-cristiano”. “Su sistema, construido para partidarios de formaciones de pensamiento, ortodoxos, sí mojigatos, de orientación preponderantemente protestante cuya finalidad es en el fondo tornar su ahínco piadoso en obediencia política partidaria y sumisión política” (Adorno 1973 ,426).

  El título de esta edición alemana parcial de The Autoritarian Personality fue significativo: Estudios del Carácter autoritario. Por medio de la confusión conceptual (carácter en lugar de “personalidad”) eran recordados dos términos reprimidos cuales eran inseparables del concepto de carácter: los de Wilhelm Reich y de Erich Fromm. A los Estudios sobre Autoridad y Familia (1936) publicados por Max Horkheimer  Fromm había aportado la parte psicológico-social, en el cual bajo el título de El carácter autoritario-masoquista nombra a Wilhelm Reich como uno de los autores, que “de manera fructífera” habría hecho adelantar el análisis del “Problema del Masoquismo” (1936, 113). El libro de Reich El Análisis del Carácter (1933a) ya era para esta época un clásico. El comentario de Fromm sin embargo no se refería a este libro de Reich, sino a su artículo El carácter masoquista, Una refutación sexual-económica del instinto de muerte y de la compulsión a la repetición (1932a). A este artículo lo antecedía una conferencia que Reich había pronunciado el 19 de diciembre de 1931. Había sido su conferencia inaugural mediante la cual accedía luego de su mudanza de Viena a Berlín a la membresía de la sociedad psicoanalítica alemana (DPG).

  Apenas transcurridos unos pocos días de esta conferencia Freud escribe en su diario denominado “crónica breve”: “Paso contra Reich” (Freud 1992,267). Este es el registro del 1º de enero de 1932. Pocos días después el 9 de enero de 1932 Freud le escribe en este asunto entonces a Max Eitingon, al presidente de la DPG, Reich y Fenichel estarían malversando revistas “psicoanalíticas para el uso de propaganda bolchevique […] “ (Freud Eitingon 2004,777 f.).

  Otto Fenichel, entonces redactor de la Internationale Zeitschrift für Psychoanalyse, vivía desde 1922 en Berlín practicando allí el psicoanálisis. Él había aprobado la conferencia de Reich sobre el  ”carácter masoquista” para su publicación. En una de sus cartas circulares que había enviado a sus miembros freudianos de izquierda a él ligados luego de su emigración, dice formulando una retrospectiva ; “en el año, cuando (aún) ocupaba  la redacción  de la (internationale) “Zeitschrift” (für Psychoanalyse) [ Fenichel fue llamado a renunciar poco tiempo después a su cargo BN] , Freud había ordenado luego de la lectura de galeras del trabajo de Reich “El carácter masoquista” que este trabajo no debía ser publicado sin un nota al pie de él (Freud), cuya publicación hubiera sido muy mal recibida por todos los analistas socialistas. Por esta razón convoqué a los psicoanalistas berlineses “de izquierda”, para discutir con ellos la conducta a seguir” (Fenichel 1998,1383). Ésta fue la hora de nacimiento del círculo de freudianos de izquierda agrupado alrededor de Reich y Fenichel, cuyos miembros en su mayoría fueron luego los receptores de las circulares. Ellos intentaron en vano impedir el curso de adaptación que los funcionarios de las organizaciones psicoanalíticas practicaban frente al estado nacionalsocialista. El punto de partida de este proceso de adaptación fue la exclusión de Wilhelm Reich en 1933/34: punto culminante fue el “voluntario” egreso de todos los hasta fines de 1935 restantes judíos de la DPG, el cual fue llevado a cabo mediante la ayuda expresa del presidente de la IPA Ernest Jones (Nitzschke 1997). Este constituía el precio que debía pagar la IPA para su ingreso al Instituto Alemán de Investigación psicológica y Psicoterapia, dirigido por Mathías Heinrich Göring, un sobrino del Mariscal del Reich, que se efectivizó en el verano de 1936. Así reza en una carta de la entonces secretaria de IPA Ana Freud de fecha 10 de marzo de 1936 dirigida a Ernest Jones en la que comenta una conversación que ella había mantenido el 8 de marzo de 1936 con el presidente de DPG Felix Boehm en Berno (Checoslovaquia), con el que ella comentó el planeado ingreso de la DPG al instituto nacionalsocialista: “A mi me parece razonable, que él quiera realizar ese intento. Si no resulta, el Psicoanálisis no habrá perdido nada (…). Si salva  con ello un pequeño grupo de trabajo hacia otro tiempo, está bien” (citado según Lockot 1994, p.47; subrayado: BN )

  La impresión de la nota al pie por Freud deseada en la que había de tildar a Reich de partidismo, quedó sin efecto; en cambio apareció en la Zeitschrift un artículo encargado por Freud a Bernfeld (1932) expresamente etiquetado para contraponer al trabajo de Reich sobre el masoquismo sin mencionarlo ni entrar en el mismo. El trabajo de Bernfeld exponía una comparación general en relación al de Reich en cuanto intento de vincular el psicoanálisis con el marxismo. Pero como el articulo de Reich no daba a conocer abiertamente sus bases freudomarxista, según Bernfeld, Reich se habría valido de un “método” suspicaz. Éste es el utilizado para confeccionar “ correspondencia secreta “, en el que “ dos textos son presentados mezclados con tal arte que sólo mediante una “clave” acordada se puede distinguir el uno del otro “. Obviamente Bernfeld poseía la clave mediante la cual poder leer el texto soterrado y presentar ante la luz la verdad oculta del texto de Reich que no debía salir a la luz, evidentemente el exigido trabajo complaciente comunista”. (1932, 379)

  Wilhelm Reich seguía trabajando con empeño. Y así apareció ya poco tiempo más tarde su libro La Psicología de masas del Fascismo (1933b). Éste desagradó extraordinariamente a los funcionarios de las organizaciones psicoanalíticas, debido al cual prohibieron la exposición del libro en el XIII Congreso Psicoanalítico Internacional de 1934 en Lucerna; pero les desagradó también a los  funcionarios del PC, los cuales excluyeron a Reich de toda actividad partidaria. ¿Por qué? Por haber contradicho entre otros la doctrina estalinista según la cual los proletarios serían inmunes frente a la propaganda fascista y que por ello apenas Hitler asumiera el poder  llamarían a la revolución.

  No fue el partido sino Reich quien tuvo razón: gran parte del proletariado aceptó la ideología nacionalsocialista.

 

El problema fundamental en la izquierda europea de los años veinte y treinta fue la incapacidad para reaccionar ante movimientos dinámicos nuevos. La gente, también los trabajadores, estaban fascinados ante la idea de nación, por la idea de una gran familia y comunidad. ¿Por qué no habría de ser ‘un pueblo’, porqué despedazarse por cualquier ideología? Yo pienso que la causa principal del Fascismo y Nacionalsocialismo fue la debilidad intelectual e incapacidad. La izquierda europea no tenía ninguna explicación acerca del porqué los obreros se sentían atraídos por un tal movimiento. Esta es la causa del colapso de democracia y socialismo. (Sternhell 2001)

 

En la arriba citada carta circular de Fenichel, en el que se nombra el motivo del agrupamiento de los freudianos berlineses de izquierda, sigue así :

 

Nosotros nos reuníamos con Reich para discutir cuestiones analítico marxistas (…).Esta primera época de nuestro trabajo  finalizó con la asunción del poder de Hitler. Los colegas berlineses se esparcieron por todo el mundo. Nos extrañábamos entre nosotros y teníamos al mismo tiempo (…) la impresión que debíamos  influenciar, más que nunca sobre el movimiento psicoanalítico amenazado también desde su interior por el fascismo. Fenichel 1998, 1383 f.)

 

Esta impresión no era un error óptico, sin embargo la “influencia” de los freudomarxistas fracasó lastimosamente: en el otoño de 1933 apareció en un periódico de combate a sabiendas del Presidium de la IPA el artículo de miembro directivo de la DPG (Müller Braunschweig, 1933)) del cual podían extraer los nacionalsocialistas particularidades de lo apropiado del método psicoanalítico para el encausamiento de neuróticos reblandecidos. A este ofrecimiento siguieron muchas otras medidas mediante las cuales podía ser evitada una  prohibición oficial del psicoanálisis en el estado NS. Y de esta manera permaneció desde 1936 una asociación psicoanalítica alemana “libre de judíos” e integrada en el instituto NS, una reconocida asociación miembro de IPA, hasta que por exigencia de los nazis se disolvió “voluntariamente” a sí misma a fines de 1938 (Nitzschke 1997,2000,2003; Fallend , Nitzschke 2002).

  El 28 de junio de 1932 – medio año antes de la “toma del poder” – Wilhelm Reich había dado una conferencia en el  instituto de Berlín sobre Problemas psicológicos de masas en la crisis económica. Felix Boehm, quien junto a Müller-Braunschweig se hizo cargo de la presidencia de la DPG en otoño de 1933, resumió las tesis principales de esta conferencia en un informe, que publicó  en el boletín corresponsal de la IPA. Dice allí  : “ de la mano del movimiento nacionalsocialista se señala , que la situación familiar de la pequeña burguesía, su radicalización en el sentido de la reacción política realiza un giro contrario al de la revolución. El nacionalsocialismo da contenido a la rebelión de los sectores medios, para cuya adopción predisponía particularmente la situación social y familiar anterior, El análisis del contenido efectivo de la teoría de la rasa muestra que ‘racial-nórdico’ es colocado igual a puro, esto es visto como asexual, en cambio entiende ‘de otras rasas lo sensual’, lo animal inferior”  (Boehm 1932,559f,). Boehm había entendido bien las teorías de Reich – y las había referido adecuadamente. Reich las expuso con mayor detalle en la Psicología de las Masas del Fascismo (1933b). Las masas serían “seducibles” políticamente debido tan solo a que los conductores (Führer) pueden apelar a los deseos y angustias de los pequeños burgueses y de los proletarios socializados de modo pequeño burgués, los que habrían surgido en la familia organizada de forma autoritaria, enemiga de los instintos, patriarcal y que luego podían utilizarse mas tarde en la estabilización del dominio.

  Karl Landauer ha reconocido la significación de este principio y destacado en su recensión para la revista de investigación social editada por Max Horkheimer de esta manera: 

 

Contrariamente a la mayoría de los psicólogos (…) [Reich] no se da por conforme con palabras como obnubilación de la masa y psicosis de masas, sino que se pregunta qué es lo que en cada ser humano singular va al encuentro de la tendencia del conductor, de modo tal que se dejan obnubilar. (1934, 106)

 

Y también Max Horkheimer elogió a Reich. Habría “en muchos aspectos” coincidencias en la “interpretación de algunos rasgos particulares del carácter burgués” (1936d, 224, apartado 3) y concepciones de los representantes del Instituto de Investigación social de Frankfurt. El representante más importante en relación a esta coincidencia fue Erich Fromm. Él perteneció al círculo de los freudianos de izquierda alrededor de Reich y Fenichel en Berlín – y por tanto a los receptores de las circulares.

             La significación de Fromm para la así denominada escuela de Frankfurt cayó temporalmente en el olvido, debido a la posterior desavenencia con Adorno (y Marcuse), es vista nuevamente entretanto (Fahrenberg, Steiner 2004). La significación de Fromm “para la temprana era de Horkheimer” y con ello para “elementos centrales de la teoría crítica y para una empírea social-psicológica y social-crítica “ ha sido destacado ante todo por Wiggershaus (1988), autor de una historia de la escuela de Frankfurt : “Fromm le dio al  instituto junto con Horkheimer en cierto sentido el empujón inicial y estuvo a favor de la concreción de la iniciativa de superación de la crisis del marxismo mediante la incorporación de elementos teóricos no ortodoxos y una mirada no ortodoxa sobre las realidades de la sociedad de clases. El concepto trabajado por él acerca del carácter sado-masoquista o autoritario devino un elemento fundante de la mayoría de los trabajos  empíricos sobresalientes del IfS (instituto de Investigación social) hasta los tiempos de la república  federal” (Wiggershaus, carta del 18.8.1988 –cita de Bierhoff 1991). Schmid Noerr recalcó esta apreciación así:

 

El diseño de psicología social psicoanalítica era un elemento nuclear básico de investigación de la Teoría Crítica interdisciplinaria, social-filosóficamente orientada. (…). En general este supuesto básico de Fromm sigue siendo hasta hoy paradigmático para la psicología social en la conexión no dogmática del método cualitativo y cuantitativo de investigación. (2001,827)

 

 

En mayo de 1934 Erich Fromm escribía: “ la situación espiritual de la IPA lamentablemente no es feliz. (…) Sus representantes no pueden hacer otra cosa, que contraer un compromiso tras del otro y escabullirse (…)” (cita de Fenichel 1998,89) .  Con uno de estos “representantes” tuvo que ver Fromm , que entonces ya vivía en el exilio en Estados Unidos, a comienzos de 1936. Él habría escuchado por trascendidos, le escribe al presidente de IPA Ernest Jones, que él habría sido excluido junto con otros miembros judíos de la DPG. Jones lo ilustró de inmediato que no se había tratado de una exclusión, sino más bien de un egreso “voluntario” (comp..Nitzschke 2003,123f,134ff.). Y luego Jones le ofreció magnánimamente la posterior  membresía (independiente por lo que se la denominó “libre”) de la IPA. Fromm aceptó y era nuevamente miembro de la IPA - hasta el día, en que no encontró su nombre en el roster que se publicaba anualmente. Esto fue a comienzos de los años 50. Había comenzado la era McCarty y con ello la separación de todo lo que significaba “izquierda”. Fromm hizo la pregunta a la CD. La respuesta fue que dado un cambio en los estatutos por el cual fue derogada la categoría “libre” y amablemente se le sugirió que podría promover a un nuevo ingreso, ¿ si esta fuera su voluntad , siendo que sus posiciones respecto del consenso actual de los psicoanalistas se habían alejado? Fromm entendió el señalamiento marcando el alambrado y desistió de una nueva promoción por la membresía de la asociación (Funk 2000,194f).

   En el intento de fundamentar una psicología social psicoanalítica (1932a,1932b) Fromm se basó entre otros en la Irrupción de la Moral Sexual de Wilhelm Reich (1932b). Fromm calificaba este trabajo como “ importante enriquecimiento de la literatura analítico-marxista social-psicológica todavía incipiente” (1933,122). Sin embargo tres años después – entretanto Reich se había enemistado con Fenichel, no acordando con él la decisión de acordar entre comillas y no oponerse públicamente al curso adaptativo frente a la incorporación al estado NS, Fromm escribe a Fenichel: “hace mucho tiempo que no he leído más nada de Reich y seguramente ya nada en mis pensamientos permanece asumible para mi de Reich” (citado según Fenichel 1998,370). Esto suena como una despedida definitiva – y sin embargo se encontró en el legado de Fromm un manuscrito (redactado a fines de los años sesenta) del cual se desprende cuánto seguía apreciando (o ¿de nuevo apreciaba? Fromm a Reich. Fromm quien en sus escritos no había otorgado un gran espacio (a la supuesta fundamentación instintiva) de los vínculos sociales de los seres humanos) por lo cual fue atacado por Adorno quien frente a Fromm representaba el punto de vista freudiano de la teoría de los instintos) señalaba en este manuscrito como uno

 

de los más significativos aportes de Wilhelm Reich (…) el conocimiento de la interrelación entre la actitud corporal y la resistencia por un lado y una relajación corporal y el levantamiento de la represión y la salud por el otro (1990,96).

 

Y “así pertenece el resaltado que (Reich) confería a los procesos corporales como expresión del inconsciente, en mi opinión, a los aportes esenciales a la teoría psicoanalítica” (1990, 96f).

   Reich no propagaba ningún libertinaje. El veía en los comportamientos correspondientes una actuación, basadas en inhibiciones, que dificultan al hombre encerrado en una “coraza caracterológica” vivenciar “libremente” las emociones, que pueden ser concomitantes de actividades sexuales. Para comprender este parecer de Reich es necesario desprenderse del poder sugestivo de palabras clave (“carácter genital – “potencia orgásmica”), que él mismo había acuñado. Si la entrega a la vivencia afectiva (infantil) se halla demasiado dañada en base a medidas educativas hostiles con la pulsión (y a consecuencia del apego a e identificación con los educadores/as), las prácticas sexuales permanecen inhibidas neuróticamente más tarde – o bien son actuadas “perversamente”. De esta forma pueden ser consumidas sin escoger y por ello mercantilizadas sin inhibición alguna. Con ello se conecta el concepto de “desublimación represiva” que acuñó Herbert Marcuse, que en otros aspectos se distanció de Reich.

   La “revolución sexual” (1966) a la que Reich se refería, no tiene por meta la expansión del comportamiento sino la intensidad de la vivencia. La liberación a la que él se refería comprende “la verdadera experiencia emocional de pérdida del yo, del self espiritual completo” (Reich o,j.,16). También en este contexto no se trata de una cantidad, sino de

 

La cualidad de la vivencia del orgasmo (…) El paso más importante en esta dirección lo emprendió Wilhelm Reich quien consideraba un requisito la relajación de todo el cuerpo como prerrequisito para una entera “potencia orgásmica” y veía en general la actitud relajada en contraposición a la ‘coraza’  corporal, la expresión de la represión y resistencia. Habría que añadir que la concepción de Reich de la potencia orgásmica va en última instancia más allá del problema puro de la relajación corporal. Fromm 1990,94 f.)

 

 

2

La utopía de la autonomía

 

Terrible ha sido lo que la humanidad tuvo que conferirse a sí misma, hasta que el self, el carácter humano masculino idéntico, dirigido a metas, fuera creado, y algo de ello se repite en cada infancia. (Adorno, Horkheimer 1971, 33)

 

Esta repetición no se realiza hoy más en nombre de Dios. Ahora se invoca la soberanía de la razón – esto es: la razón de los dominados (Nitzschke 1974). En la sociedad liberal “no se exige la inmediata obediencia sino al contrario el empleo de la razón”. Ahora cada uno es Señor – su propio Señor, Y por eso la consigna ahora reza : “quien tan solo observa de forma sobria el mundo, deberá reconocer, que el individuo singular debe adaptarse y subordinarse” (Horkheimer 1936c, 51).

    Este es el precio de la libertad: el autodominio. Donde este deja que desear, se conjura allí la autoridad de la razón en la gestalt de la personalidad del “conductor” (Führer)  Freud lo fundamentaba en 1933 con las siguientes palabras:

 

“Es una parte de la innata y no removible desigualdad del hombre, que ella  se descompone en conductores y dependientes, Los últimos son la gran mayoría, ellos requieren de una autoridad, la que toma decisiones por ellos, a las cuales se someten la mayoría de las veces en forma incondicional. Aquí habría que conectar que habría que poner más cuidado de la puesta hasta ahora en educar una capa superior de pensadores independientes, más difíciles de acallar, luchadores por la verdad en la cual recaería la conducción de las masas dependientes. (…) El estado ideal sería naturalmente una comunidad de seres humanos, que han sometido su vida instintiva a la dictadura de la razón (…) Pero esta es muy probablemente una esperanza utópica. (1933 ,24)

 

Wilhelm Reich asentía a la suposición de Freud, según la cual “ toda compulsión interior fue originariamente, esto es en la historia de la humanidad, tan sólo compulsión exterior” (Freud 1915, 333). Para ello hizo alusión al Freud temprano (1908), quien derivaba la nerviosidad moderna de las restricciones, que la  moral sexual dominante trae consigo, y contradijo al Freud tardío (1920), quien cimentó en la biología la destrucción del hombre – léase: en el instinto de muerte. Reich suponía una vinculación entre la moral sexual dominante, la fijación del niño a los intermediarios de esta moral (generalmente los padres) y las inhibiciones psicosociales del desarrollo, las cuales se forman a partir de la correspondientes mandamientos y prohibiciones “morales” (sugestiones posthipnóticas que perduran de forma atemporal en el inconsciente). El hombre atado a la moral compulsiva no podría incorporar vínculos “libres” consigo mismo y con otros seres humanos.  Más bien reaccionaría con rabia soterrada, rebelión latente y angustia ante esa rabia y sus amos.

    Los intereses dominantes dados y de acuerdo a máximas aseguradoras de la moral de la familia patriarcal valía para Reich y todos los que lo seguían en este punto, como el lugar de indoctrinación, “La voluntad propia del niño debía ser quebrantada y el deseo originario de libre desarrollo de sus pulsiones y capacidades suplantado por la compulsión interior hacia el cumplimiento inmediato del deber. La subordinación bajo el imperativo categórico del deber es desde el comienzo una finalidad consciente de la familia burguesa” (Horkheimer 1936c,50). Una vez quebrantada la voluntad propia del niño, este permanece fijado a la madre y a las correspondientes instrucciones morales debido al miedo frente al padre. Como adulto infantil luego más tarde este vinculo de angustia es  transferido a pseudo comunidades, cuya ideología asegura la permanencia del dominio. La “nación”, la “rasa” u otros colectivos artificiales, deberán sustituir ahora, en el tren de la “modernización” y la “globalización” – léase en el de los intereses de la cosmovisión capitalista-imperialista – que deberán ser sacrificados: el lugar seguro, la patria,

Todo ello deberá ser reemplazado – de acuerdo a la correspondiente ideología – por la familia, cuya moral debe dar letra a la invariabilidad del principio arrollador mundial del intercambio. La familia vale ahora como el refugio del eterno femenino y como garante de lo eternamente invariante. Este ilusorio deseo de familia como isla en el mar todo abarcador del cambio deviene en el instante histórico en el espectáculo de masas, en el cual el mercado derriba todas las barreras. Sin embargo la ilusión se estrella ante la realidad: la burguesía

 no ha dejado otro vínculo entre  hombre y  hombre que el interés desnudo,

que el insensible “pago al contado”. Ella ha ahogado las imágenes piadosas del delirio santo, del frenesí caballeresco, (…) en las congeladas aguas del cálculo egoísta. Ella ha disuelto la dignidad personal en el valor de cambio y en el lugar de las innumerables bien adquiridas libertades ha colocado una única libertad de intercambio. Ella ha colocado, en una sola palabra, en el lugar de las disfrazadas ilusiones religiosas y políticas de la explotación, la explotación abierta, descarada, directa, a secas, (Marx, Engels 1848, 465 f)

 

Esta capitalización todo abarcadora de las relaciones humanas contradice el anhelo del hombre por la “auténtica” humanidad. Allí donde tan solo el cálculo económico decide si una asociación (Bund) debe ser fundada o cortada, allí la realización del deseo de fidelidad se torna en fantasmagoría. Y así deviene la comunión popular ahora anclada en la sangre y el suelo en una nueva visión política. Los conductores prometen poder reconquistar nuevamente lo perdido – la patria, lo continente -  , siempre y cuando los conducidos estén dispuestos a realizar sacrificios. Justicia y orden – deber y obediencia – fidelidad hasta la muerte: estas son las virtudes, que el conductor desea y el carácter autoritario posee, cuya génesis Wilhelm Reich a retrotraído a una educación, que retoma el deseo del niño por la cercanía, el amor y la continencia, para poder afiatar los correspondientes disciplinamientos.

 

La inhibición moral de la sexualidad natural del niño (…) crea angustia, recato, temor a la autoridad, obediencia, en un sentido burgués aprobación y educabilidad; ella paraliza, porque de ahí en más toda moción agresiva estará investida por una severa angustia, las fuerzas subversivas (…); su finalidad es la erección del orden, de la adaptación a la propiedad privada, complaciente a pesar de la necesidad y rebajamiento del ciudadano (burguesía de estado). (Reich 1933b,50)

 

La internalización de estas normas se basaría – según Reich – en el soterramiento del deseo sexual “natural” del niño. Mediante la instrumentación de la capacidad de entrega del niño su amor “natural” (la que se desarrolla junto con el apego a los padres) es reformado hacia deseos pulsionales “secundarios”, que portan en si la comida de Caín de la represión en sí. Así devienen autodestrucción y destrucción en marcas de la sexualidad “perversa”, para cuyo domeñamiento luego son empleados métodos compulsivos que antes bien había aportado a su origen. El literal súbdito, que como sargento comanda y de esta manera puede hacer de otros lo que él mismo devino: un lisiado humano es el producto de esta educación. Él reprime sus impulsos destructivos, que siente en sí mismo, cuando se encuentra frente a un superior y los descarga, apenas percibe en el otro el “mal”, que contradice sus convicciones morales y con ello todos sus sacrificios, que él tuvo que realizar, para poder él dominar y transformar al súbdito en dominador en él mismo y frente a los demás “enemigos del pueblo”.

   Hermann Hesse le dedicó tempranamente un monumento al carácter que luego fue descripto como personalidad autoritaria – en la narración Unterm Rad (Bajo la rueda) (1906). A este hombre sin cualidades, que posee las cualidades de cualquiera, Hesse le confirió el nombre de Joseph Giebenrath. El podía haber cambiado su nombre y vivienda “con cualesquier circunstancial vecino sin que ”nada hubiera tenido que cambiar”. El es un representante del sano entendimiento humano al que caracterizan igualmente la movilidad (en el sentido de oportunidad) y el empecinamiento (en las convicciones). Profesionalmente Giebenrath se desempeña como “comerciante intermediario y agente”. Él posee un sano “aspecto corporal”, un “adecuado respeto ante Dios y la superioridad” y aquella “ciega sumisión frente a los mandamientos sagrados del bienestar y del buen comportamiento burgués”, que le permiten,-poniendo en una consideración más precisa – de los “límites de lo formalmente permitido” de tanto en tanto realizar negocios no del todo lícitos. La “desconfianza sin ensoñación” y la “animosidad surgida por envidia” contra todos, de los que supone que viven inmerecidamente mejor que él, son las características centrales de su personalidad cuya caracterización Hesse concluye con el comentario: “Tan sólo un profundo irónico estaría a la altura de la circunstancia de esta vida tan superficial y su inconsciente tragicidad” (1906/1977,7f)

   Wilhelm Reich ha descripto los conflictos de esta figura de masas trágico-cómica de mano del ejemplo de Adolfo Hitler:

 

El conductor de la rebelde clase media alemana es él mismo hijo de funcionario y refiere detalladamente (en Mein Kampf, BN), de manera exacta sobre el conflicto característico pequeño-burgués de estructura de masa que él tuvo que atravesar.

 

Él se rebelaba contra el padre, quien quería educarlo a su imagen y semejanza, esto es como funcionario. Hitler prefiere sin embargo ser más bien un lumpen-proletario o como él se veía a si mismo: un bohemio, “Pero al lado de esa rebelión en contra del padre permaneció la admiración y el reconocimiento de su autoridad. Esta disposición doble frente a la autoridad: rebelión contra la autoridad al lado del simultáneo reconocimiento y sumisión” , es, según Reich (1933b,60f), el “factor central” de este representante de la psicología de  masas, que adquiere en él una gestalt individual.

   El eterno señor Giebenrath puede intercambiar “con cualquier vecino al azar el nombre y la vivienda” sin empero salirse de su piel. Es decir él sigue siendo lo que es, rebelde y vasallo al mismo tiempo. Él permanece siendo el esclavo de sus miedos, también cuando frente a más débiles juega el rol del amo. Y porque siempre sigue teniendo miedo al domeñamiento, predica el domeñamiento . Finalmente esta endurecido frente a todo lo que pudiera recordarle la compasión. Puesto que si tuviera compasión consigo mismo, entonces se ablandaría como un niño – y entonces tendría que tiritar de miedo, como entonces cuando era el hijo de un padre angustiador. En Mein Kampf  Hitler describe a un hombre, que nunca pudo superar ese miedo, por que nunca llegó a ser “soldado”. A él le estuvo restringida “la única escuela (…),que podía lograr transformar naturalezas inseguras y blandengues en hombres”..Y así este hombre no pudo aprender las “virtudes militares”, las cuales se pueden quizás calificar mejor como : veloz como un galgo, terco como el cuero y duro como el acero de Krupp” (Hitler 1925,392).

    Cuanto más dura es la lucha por la existencia – bajo las condiciones de la economía capitalista tanto más fuertemente deberán desarrollarse aquellas capacidades y atributos, que son necesarias para sobrevivir a esa lucha:

Quien es pobre, debe trabajar duro, para poder vivir, es más él debe considerar dicho trabajo como una gran obra de bien y preferencia, cuanto más se agranda la fuerza estructural de la armada industrial, lo que de hecho realiza en tanto pertenece al tipo autoritario.

 

Y Horkheimer  sigue, quien ya hace decenios describiera al tomador del trabajo aceptando la propia represión como obra de bien:

 

La venta de su fuerza de trabajo ‘de a pedazos libres’ determina el incremento subsecuente del poder de los dominadores, la diferencia entre ganancia (salario) y fortuna de ambas clases crece fantásticamente.(1935c,44)

 

La cita anterior ha sido extraída de los Estudios sobre Autoridad y Familia (Horkheimer 1936a), que deben ser interpretados como antecedente de la epocal obra The Authoritarian Personality. Como se mencionara al comienzo, se publicaron en 1973 bajo el nombre de Adorno parte de esta obra en la traducción alemana. Otras partes que corresponden a Else Frenkel-Brunswik, una colaboradora del grupo Berkeley, fueron publicadas en una posterior traducción alemana bajo el título de Studien zur autoritären Persönlichkeit. Obras escogidas (1996).

   Frenkel-Brunswik y su colega Daniel J, Levenson habían sido antes de la emigración asistentes de Karl y Charlotte Bühler en el Instituto Psicológico de Viena, De allí trajeron los conocimientos metodológicos empíricos que fueron muy importantes para el estudio realizado en EEUU sobre características de la personalidad autoritaria. Esta se refiere a la construcción de las escalas (entre ellas la escala F en cuya concepción participaba Adorno), pero también la interrogación misma ( en la cual Adorno no había participado). Frenkel-Brunswik, Levinson y Sanford pudieron además basarse en su experiencia psicoanalítica propia, la cual Adorno no poseía. Él echó mano al fundus de saber que estaban contenidos en los Estudios sobre Autoridad y Familia, publicados por Horkheimer. En esta obra no había participado Adorno mismo. Su nombre ni siquiera aparece una vez en el registro de estos Estudios.

   El punto de partida para la investigación realizada en EEUU sobre la personalidad autoritaria fue una investigación psicoanalítica de campo dirigida por Erich Fromm en los años veinte. Ella fue sin embargo publicada de forma completa unos decenios después : Arbeiter und Angestellte am Vorabend des dritten Reiches (Fromm 1980)  (Obreros y Empleados en la noche previa del Tercer Reich) . Debía ser esclarecida cuán “solidamente” estaban “ enraizadas en la estructura pulsional las concepciones socialistas de la clase obrera”; y hasta donde “ en situaciones de crisis podía contarse con que los trabajadores estarían a favor de sus concepciones de izquierda” (Wiggershaus 1988,417. Los resultados del estudio eran sorprendentes: muchos interrogados, que representaban posiciones políticas de “izquierda” poseían una disponibilidad latente –determinada por deseos y temores inconscientes – a abrirse en situaciones de crisis a propaganda política de ”derecha”. La tesis de Wilhelm Reich, el efecto de la propaganda fascista no sería explicable mediante las tradicionales teorías de seducción, sino antes bien en base a la estructura libidinal del “seducido”, concuerda con este hallazgo de la investigación.

   También el resultado de la investigación realizada por el grupo Berkeley en común con Adorno en EEUU de Norteamérica fue alentador. Allí se había interrogado a estudiantes y otros componentes de la clase media blanca – y se hallaron en una mayoría de los encuestados inclinaciones antidemocráticas y racistas (especialmente antisemitas). En su interpretación de este resultado se recurrió (implícitamente) a la explicación de Fromm (y luego también a la de Wilhelm Reich). Formulado en el lenguaje de Adorno se lee esto de la siguiente manera : “ las investigaciones, sobre las que aquí se informa, estaban orientadas en la tesis, que los convencimientos políticos, económicos y sociales de un individuo, constituyen a menudo un patrón de pensamiento cohesionado abarcador y coherente, a la vez constituyendo una “mentalidad” o un “espíritu” y que esta muestra de pensamiento es expresión de rasgos ocultos soslayados de la estructura del carácter individual” (1973,1). La estructura del carácter “se desarrolla bajo la presión de las condiciones medioambientales, y nunca puede ser aislado de la totalidad social en el cual existe. Según esta teoría las fuerzas del medioambiente forman el carácter tanto más radicalmente cuanto más tempranamente juegan un rol en la historia evolutiva del individuo. El despliegue del carácter depende en forma decisiva de la educación del niño”. En ello ejercen su influencia “factores económicos(,,,) el comportamiento de los padres frente al niño”(1973,7) de forma indirecta.

   El carácter autoritario, o la personalidad autoritaria se caracteriza por las siguientes características combinatorias :admiración por el poder; desprecio de la debilidad; idealización del grupo propio; desvalorización de grupos foráneos (sobretodo de aquellos grupos que de acuerdo a la ideología dominante son vistos como defectuosos-minusválidos); fijación a normas convencionales; ocupación compulsiva con interrogantes sexuales ( junto a la simultánea presencia de rígidos mandamientos y prohibiciones referidos al esclarecimiento, protección del parto, interrupción del embarazo y relaciones entre personas del mismo sexo); explicaciones supersticiosas-irracionales de procesos político-económicos ( que tan solo así pueden ser “entendidos”, porque el saber mediante el cual pueden efectivamente ser entendidos falta) .Seres humanos a quienes corresponden estas características de personalidad, añoran claridad en el mundo no transparente para ellos,  esto es conductores políticos, que ofrecen orientación y prometen ordenar el mundo. Sin embargo el “sentimiento de desesperación, del aislamiento y soledad”, que anima a la masa, también domina a sus dirigentes. Ambos quieren dominar la angustia en la que siguen la ilusión  de que, “el débil puede transformarse en fuerte, en tanto él  someta su vida al  ‘movimiento’, a la ‘causa’, a la ‘cruzada’ o lo que fuere” (Adorno,1973,360). Sin embargo los conductores no son seductores (trata) en sentido tradicional. Ellos comparten la angustia frente a lo foráneo (lo ominoso) con sus seguidores; y ellos están como las masas por ellos dirigidas poseídos por la rabia que dirigen a los pretendidos causantes del caos, que tan sólo es la expresión del orden económico dominante.

   En el prefacio al reprint de la revista editada por Horkheimer la Zeitschrift für Sozialforschung Alfred Schmidt señaló una vez más expresamente a Reich y Fromm. Ellos habrían encaminado los senderos “ de una ajustada teoría de la sociedad y su historia” (1980,37) También Benjamin Beit-Hallahmi comienza su histórico  estudio retrospectivo Authoritariism and Personality (2004) con Reich y Fromm. Como tercer pionero de la investigación sobre autoritarismo habría que mencionar finalmente a Otto Gross, el cual sin embargo no es mencionado en los citados estudios retrospectivos. Dado que él precedió temporalmente a Reich y Fromm, existe la presunción que ambos habrían conocido los escritos de Otto Gross. Esta presunción no se ha podido documentar mediante la ayuda de los hechos conocidos.

   En la edición completa de la obras de Fromm Gross es menciona sin embargo en dos sitios, se trata empero - reproducida de forma inexacta por Fromm - del comentario de Freud, según el cual C.G.Jung y Otto Gross, “el cual lamentablemente no está suficientemente sano” (Freud, Jung 1974,140), serían los únicos psicoanalistas en haber hecho aportes originales en el esclarecimiento de la problemática de la paranoia. Por lo demás no existen de Fromm “citas, escritos en su biblioteca (…) y tampoco otras referencias (reseñas o parecidos)” que pudieran documentar el conocimiento de la obra de Gross (Funk 2008). Resta señalar también que Gross también es en la obra de Freud tan solo una nota al pie. Freud se refiere en esta mención (1905,199.Com.3).a un estudio psiquiátrico temprano de Gross (1904). Wilhelm Reich no cita a Gross “en sus hasta ahora conocidos escritos” en ningún sitio.

 

Ambas hijas de Reich que he contactado [ Gottfried Heuer . B.N.] (…) tampoco dieron nunca con el nombre de Otto Gross en escritos y documentos no publicados-(Heuer 2002,90)

 

Y lo que se refiere a Otto Fenichel, quien en el marco de la Asociación de Médicos judíos  había establecido un Seminario de Sexología en la Universidad de Viena, del cual participó Wilhelm Reich a partir de 1919, ocurre lo mismo. En “todas las anotaciones, documentos y listas que he examinado” [Elke Mühlleitner, la biógrafa de Fenichel-BN] no menciona Fenichel a Otto Gross, ninguna palabra,” pareciera no haberlo recepcionado. No tengo para ello explicación alguna” (Mühlleitner 2008).

   Efectivamente es muy difícil explicar la falta de referencias a Otto Gross en Fenichel y Reich. De todas maneras son contemporáneas las “Drei Aufsätze über den inneren Konflikt (Tres Ensayos sobre el Conflicto Interno) (1920) de Otto Gross – y también de la misma editorial: de Marcus y Weber, en Bonn – publicadas con los primeros trabajos de Reich (1919,1920) que aún se basaban en Referatos que Reich había dado en el seminario de sexología de Fenichel.  Además Fenichel y Reich pertenecían al círculo de aquellos que luego del fin de la primera guerra mundial con ayuda de psicoanálisis y política (Marxismo) logran irrumpir en los nuevos tiempos. Este camino fue emprendido por Otto Gross por primera vez. Para él la revolución política estaba ligada a la revolución sexual y con ello al autoesclarecimiento psicoanalítico. En la revista vienesa Sowjet apareció la necrológica de Gross. En ella se decía:

 

Los mejores espíritus revolucionarios de Alemania han sido educados  indirectamente fecundados por él. En toda una serie de creaciones de la joven generación se encuentran elaboradas sus ideas con aquella específica agudeza y consecuencias de largo alcance que a ellas  les confirió. (Kaus 1920,55)

 

¿De este hombre no habrían leído una palabra Reich y Fenichel?

 

   En el estudio de historia de la investigación del autoritarismo que presentó Beit-Hahllami (2004) se encuentra – luego de una discusión exhaustiva de la obra The Authoritarian Personality  (Adorno et al.1950) – también además un comentario sobre los experimentos que Milgram (1963,1974) ha realizado sobre la obediencia frente a la autoridad Nitzschke 1969). Beit-Hahllami al respecto menciona mediante una sola frase: “Another echo of in the 1960s were the Milgram experiments on obedience, which created controversy and outrage” (2004, 168). Este breve comentario no hace justicia a la significación de los experimentos de Milgran, mediante la cual se abrió una nueva perspectiva en la situación en la que se encuentra el receptor autoritario (que busca la autoridad) y el autoritario (del que exige la autoridad que imparte la orden.

  Las órdenes que uno imparte y que el otro debe ejecutar, se refieren a un tercero. Es decir que se trata en la situación de orden-obediencia de una situación relacional triangular. De esta manera no son solamente de interés las características de personalidad del receptor de la orden, sino también lo son las condiciones situacionales, que inciden en si va a cumplir la orden o se va a negar a cumplirla. Finalmente el receptor se encuentra en una situación de conflicto “interior”: ¿a quién deberá obedecer: a su conciencia o a la persona de la autoridad? ¿Se va a identificar con el poder del conductor? ¿O   podrá empatizar con la potencial impotencia de la víctima? En el primer caso coloca al conductor en el lugar de la conciencia: ¡Conductor, ordena! ¡Nosotros te seguimos!  En el segundo caso se identifica el receptor con el dolor de la víctima – y desobedece la orden.

   Si llegará a ese punto, depende de la   calidad del vínculo, que se desarrolla en base factores situacionales e inmanentes a la personalidad. El grado  de cercanía o distancia, que se instala entre victima y victimario, es influido no solamente por condiciones exteriores (cercanía espacial, contacto corporal) sino también por factores condicionados por la personalidad, para los cuales cuenta en primera línea la capacidad para la compasión. Mientras que la capacidad para la empatía ya se encuentra entre los primates  la capacidad para la compasión es específicamente humana. En el hombre la capacidad de sentir con se desarrolla en relación con la primera persona vincular, que sirve de espejo de los sentimientos del niño, que a su vez en algún sentido es la imagen en espejo de su primera figura de apego. (Rizzolatti, Sinigaglia 2008). También disponen de capacidad de empatía psicópatas insensibles, como lo muestra ante los ojos el film Das Schweigen der Lämmer (El silencio de los inocentes) (1991) en el ejemplo de Hannibal Lecter. Cuando aparecen tales psicópatas como conductores religiosos o políticos en escena, entonces toman los deseos y miedos de sus potenciales seguidores y prometen – junto a la transformación del programa partidario – la realización de estos deseos y la tranquilización de estos miedos (angustias), sobre la base que la masa solitaria está dispuesta a dejarse transformar en la compacta mayoría. Su sentimiento de seguridad permanece entonces ligado al mantener el paso al compás.

   También entre los primates la seguridad, que brinda protección a cada miembro del grupo en tanto se ciñe a la norma grupal, constituye el primer mandamiento. Autoconservación (en la protección del grupo) y conservación del grupo (con la finalidad de la autoconservación no son de acuerdo a ello opuestos fundamentales. A ello corresponde la conciencia arcaica del hombre, que no tolera la desviación de la norma del grupo. ¡Solamente puede haber un solo Dios! Para el niño este es la madre (la primera figura de apego). Por eso el grupo originario que el niño vivencia no es la sociedad, a la que el niño objetivamente pertenece, sino la díada madre-hijo, aunque ella sea parte del sistema familiar, el cual es definido mediante normas sociales que la (protegen y limitan).Los primeros pasos del niño en la sociedad suceden en relación a la madre, la cual como miembro (adulto) de la sociedad juzga los modos de comportamiento del niño de acuerdo a las normas. El niño quiere ser amado incondicionalmente por la madre - y obtiene el amor de la madre, en tanto llena condiciones, que resultan en base a los deseos conscientes e inconscientes de la madre. Así devendrá la correspondencia del niño con la madre en la regulación de la estima de sí del niño. Y la así alcanzada conformidad se llama más tarde “buena” conciencia.

   Esto vale para el  grupo-madre-hijo como para otros grupos (familia, sociedad): quien se aparta de la norma rescinde el consenso. Él gana sin embargo en independencia (individualidad), pero pone en riesgo empero también su seguridad, porque el grupo no tolera desviaciones demasiado agraviantes, En el caso del grupo madre-hijo las formas de expresión del niño, que se desvían demasiado fuertemente de las expectativas de la madre en relación al comportamiento adecuado a la edad, son sancionadas no mediante la violencia abiertamente sino también  mediante formas sutiles de castigo. El retiro del amor, de la mirada, el no reconocimiento representan un castigo mediante el cual se reitera de lo que se hizo acreedor el infractor de la norma: el distanciamiento. Mediante la exclusión del grupo, cuyo equivalente psicológico es el padecimiento de  la soledad pierde el apartado la protección del grupo y con ello la seguridad, que la pertenencia al grupo le garantiza. El disidente ha de sufrir bajo el aislamiento producido tanto, de modo que esté dispuesto a retornar arrepentido al grupo (a aceptar la norma grupal). El precio que ha de pagar para rehuir el castigo (exclusión, aislamiento), consiste así en la readaptación a la norma grupal.

 

3

La utopía de la entrega

Otto Gross opinaba que “toda la construcción de la civilización desde la destrucción del orden social matriarcal-comunista del tiempo primordial” habría que interpretarlo como “en principio equivocado” (Gross 1919,90), “Paradies”- Sucher zwischen Freud und Jung (Hurwitz 1979), (Buscadores del paraíso entre Freud y Jung). Cuando las mujeres y niños perdieron la protección del grupo total y  tuvieron que someterse a cambio de ello a la autoridad de un único, el padre, habrían caído en una cárcel psico-social. Con la separación de la anterior  asociación sin padre - y por eso libre – de la madre y el niño se habría introducido el ethos de la producción y la propiedad fundado en el derecho paterno. Con ello se habría destruido el fundamento de toda moral “natural”. “Salvación” de esa ignominia fundante tan solo la podría haber si  los muros de esa prisión – léase los  mandamientos y prohibiciones de la sociedad patriarcal -  pudieran derribarse nuevamente. Entonces sería nuevamente posible la felicidad del “libre” vínculo. Gross propagaba por ello acciones “sexual-inmoralísticas” que él entendía como revolucionarias, esto es: acciones tendientes a cambiar la historia actual del sometimiento. Ellas apuntaban a

 

El retrotraimiento de todos y cada uno de los efectos de la equivocada dirección del desarrollo evolutivo, en la cual se encuentra la humanidad desde la desviación del orden matriarcal-comunista del tiempo primordial y de la creación de familia y sociedad sobre la base de autoridad y jerarquía. (Gross 1919,102)

 

Esta revolución sexual, que a Gross aparecía ante sus ojos, era una Revolución sexual, una vuelta hacia una cultura social y relacional del derecho materno. Dado que el paraíso que debió existir, más allá de los mitos y fantasías, era materno. Y la mujer podía ser una mujer en tanto quisiera ser madre:

 

El instinto materno pertenece tanto a la esencia de la feminidad, que la contradicción interior a ese instinto tan solo se puede manifestar psicológicamente como negación de la propia feminidad misma, como deseo de masculinidad. (Gross 1914,89)

 

Este “instinto de devenir madre y con ello el ser hembra” entra empero en la sociedad patriarcal en contradicción con otro deseo común a cada ser humano, el deseo de ser libre e independiente

   La realización de este deseo será prerrogativa en la sociedad organizada a partir del derecho paterno de los hombres (hombres – hembras, léase: mujeres homosexuales), mientras que las verdaderas, las madres, estarían impedidas de vivir libremente, dado que ella y sus hijos serían tratados por los hombres (padres) como pertenencias corporales.

 

Y así se da a partir de la necesidad puesta por la mujer, de renunciar a su independencia individual, si quiere llegar a ser madre, de modo que el instinto de devenir madre y con ello el querer ser mujer en sí  se tenga que conectar con una disposición final humana y sexual, con una componente instintiva masoquística en general (Gross 1914,90)

 

El masoquismo femenino es, si se quiere seguirlo a Gross, una forma históricamente condicionada de la maternidad-feminidad, mientras que Freud (1931) afirmará dos décadas después, el masoquismo es una marca característica de la “naturaleza” femenina, y era de la concepción que la feminidad “madura” se produciría con la superación de la “envidia del pene” y  llegaría a su expresión con ello en la sexualidad “clitoridiana”.

   La “misión de salvación del futuro” que Gross tenía ante sus ojos (1919,90) tenía otro aspecto. Él quería hacer de la mujer un ser humano libre – luchaba con este fin contra la autoridad del padre. Puesto que mediante la “vinculación de sexualidad y autoridad, como se había desarrollado en la familia mediante el aún vigente derecho paterno”. Habría sido “encadenada” la “individualidad” de cada ser humano (Gross 1913,61). Y dado que todos los seres humanos deberán pasar por la esta escuela de la indoctrinación y con ello internalizar determinadas máximas morales represivas, de cuyas consecuencias habrían de padecer, comenzaría la revolución social a partir de la “liberación” individual del revolucionario

 

del principio de autoridad (…) que porta en su interior de todas las

adaptaciones al espíritu de las instituciones autoritarias, que se han desarrollado en él en el curso de de su infancia en el regazo de la familia autoritaria (…) “liberación ante todo de aquel rasgo de carácter, que a todos queda pegado de tal infancia: del pecado original mismo, la voluntad de poder. (Gross 1919, 103)

 

La restauración del poder propio comienza mediante la renuncia a la voluntad de poder sobre los demás. Esta voluntad de poder corresponde a la violencia, que el niño ha experimentado. Lo propio, la voluntad propia del niño, fue quebrantado tempranamente mediante “la violencia de los padres” (Gross 1908) – y la voluntad del adulto luego, que quiere ejercer poder sobre otros, es una transformación en lo contrario y repetición de este destino que se quiere adjudicar a otros.

   La violencia parental se apoya en la necesidad de amor, requerimiento y reconocimiento  del niño por parte de los padres. El niño necesita del amor de los padres como el aire para respirar. Sin ese amor permanece solitario y aislado. Pero si el niño habrá de recibir ese amor como premio a los comportamientos adaptativos entonces el “amor” se transforma en un domeñamiento y un medio de pago. En este caso es abusada la elemental necesidad de contacto. Por medio de este abuso infantil se pervierte lo mejor que tenemos: la necesidad de vínculo” Gross 1920,146)

   Entre la búsqueda de contacto corporal del niño, cuya satisfacción es una forma de compensación y con ello punto de partida del amor del niño a la madre, y al deseo sexual no supuso Otto Gross una contradicción natural. Todo deseo sexual está enraizado en el sensualmente pleno contacto corporal del niño con la madre. La contradicción entre los aspectos sensuales y los tiernos de este contacto “natural” recién se produce como consecuencia a las formas de expresión del deseo infantil hacia el cuerpo de la madre. En tanto la madre (extendido los padres) haya internalizado las máximas de la moral contraria a los instintos dominante rechazará, condenará, hasta inclusive reaccionará mediante la (temporaria) suspensión del contacto, las expresiones instintivas originarias del niño. Como consecuencia de ello se llega a la disociación (aufspaltung) de los componentes sensuales y tiernos y con ello a la contraposición de amor “puro” y placer “pulsional”. Éste último deviene en la marca característica “de” la sexualidad que representa un abstractum, el cual no existió antes del siglo XIX (compárese Nitzschke 1976). La sexualidad angustiosa, la que debe ser ocultada, la que deberá ser practicada en secreto, la que “requiere ser reprimida, generadora de neurosis en el sentido de Freud” (Gross 1920,128) habría que entenderlo como proceso final histórico, cuyas condiciones económicas y político-sociales habría que buscarlas más allá del principio del placer (Nitzschke 1974).

   La sexualidad perverso-polimorfa la ve Gross – diferente de Freud- no tan solo no fundada en la biología sino en la cultura, la cual estaría contaminada sado-masoquísticamente y se expresaría en la voluntad de poder de los padres sobre el niño. En la medida en que la demanda de amor del niño es utilizada para imponer las máximas de una moral sexual enemiga del instinto, será ahogada la necesidad originaria de contacto del niño mediante condenaciones, inhibiciones y angustia. La neurosis sería una expresión de esta transformación, la perversión otra: “Yo defino perversión como transferencia de energía instintiva sexual sobre algo conforme a su esencia no sexual”, dice Gross (1920,126). Hay que remarcar, que Gross también no veía la forma del afán de valía descripta por Adler como dada naturalmente, sino que la concibió como una consecuencia de la educación represiva, que debía conducir a la perversión del instinto de autoconservación (Gross 1920,127).

 

De la sexualidad originariamente heredada de acuerdo a la especie podemos decir sintetizando tan solo una cosa: la sexualidad como pulsión heredada y también la sexualidad originaria del niño es pulsión de contacto, en sentido físico y psíquico,

señala Gross (1920,129). Esta “pulsión de contacto” se expresa como deseo de vinculo y con ello como deseo de amor pasivamente recibido. Este es el deseo de amor incondicional, de amor primario (Balint 1937), de un amor que se recibe sin tener que cumplir condiciones. Si falta ese amor el niño permanece interiormente solitario también si se adapta exteriormente.

 

Yo veo en la soledad, en la cual el niño es colocado, el verdadero origen de toda angustia neurótica y con ello el carácter particularmente angustioso, desesperado-desconsiderado, que confiere a todos los impulsos emergentes del Inconsciente un sello tan específico (Gross 1920,129f)

 

Medio siglo después Erich Fromm describirá “la búsqueda de relación” de la siguiente manera:

 

Las necesidades fisiológicamente condicionadas no es el único componente demandante de la naturaleza humana. Ella tiene aun otro aspecto también compulsivo, que no está enraizado en procesos corporales, sino que  se halla basado en la esencia del modo de vivir humano y práctica de vida; la necesidad de estar relacionado con el mundo, fuera de uno mismo, y la necesidad, de  evitar la soledad.(1966,11/ 1980,19f)

 

El deseo de contacto es – de modo diferente que lo afirmado por Fromm – empero originariamente un deseo elementalmente corporal, un deseo de contacto corporal y además sensual, (entremezclado sobretodo antes que nada con el sentido del olfato). Si este deseo es reiteradamente denostado y vulnerado, se produce retraimiento. Este retraimiento habrá de evitar ulteriores desilusiones. Visto así la soledad sería una protección. Y quien puede soportar la soledad, sería autónomo. Sin embargo la soledad enferma (Nitzschke 1971). Y

 

Un fuerte egoísmo protege de la enfermedad, (…) pero finalmente debemos comenzar a amar, para no llegar a enfermar, y deberá enfermar si como consecuencia de la frustración no puede amar. (Freud 1914, 151f).

Ningún ser humano puede siendo niño renunciar al amor: esto es imposible porque la pulsión a la conexión con otros es tan conservadora de la especie como la tendencia a conservar la propia esencia. (Gross 1914,84)

 

La tendencia a la autoconservación y la tendencia al apego no son por ello originariamente antitéticas. Puesto que el niño se conserva a sí en tanto se liga, también el amor de sí, a partir  de la cual se desarrolla  la autoestima, no es originariamente la antítesis ( del amor objetal de la madre).El amor de sí (el narcisismo) del niño es mucho más el reflejo del amor foráneo ( del amor objetal de la madre),

   Si el niño no encuentra ligadura – no sobrevivirá psíquicamente y finalmente  aun físicamente. Gross para describir esa dependencia existencial del niño echó mano a una referencia que extrajo de una revista popular para evidenciarlo. En ella se reproducen la concepción de un medico pediatra contemporáneo de la siguiente manera:

 

Federico II (…) había planteado la cuestión, de qué manera se entenderían los niños entre sí, que nunca habrían escuchado una palabra hablada. Hizo criar para resolver la pregunta un número de lactantes devenidos huérfanos por amas de leche con la orden, de proveerlos de todo lo mejor, pero nunca dirigirles una palabra o caricia de amor. La pregunta del emperador quedó sin resolver: los niños se murieron. No pudieron vivir, dice la crónica, sin la aprobación y los gestos, las muecas amigables y caricias amorosas de sus cuidadoras; por eso se denominan a las canciones de cuna la magia de las nodrizas.

 

Y sigue diciendo Gross en el citado texto: “Sin amor no puede vivir el niño.” ¿Por qué no? Porque los niños que tienen que crecer sin apego – y eso quiere decir: sin experimentar “amor” originario sensual-corporal – se mueren aunque “en lo demás reciban una asistencia inobjetable”. Ellos están expuestos a “una larvada agonía” Se la denomina - casi medio siglo antes que Spitz (1945,1946a, 1945b) – “enfermedad hospitalaria, hospitalismo”. Esta enfermedad se exterioriza en “la disminución del apetito y con ello del crecimiento y en la aparición de trastornos digestivos y fenómenos nerviosos como inquietud e insomnio, tendencia a los catarros y enfermedades glandulares”. La causa de todos estos síntomas es una “carencia de amor”:

 

Los niños mueren, como lo expresa un destacado investigador del hospitalismo, una muerte de hambre anímica, el instinto infantil de amor materno permanece insatisfecho y el almita se va muriendo. Los innumerables estímulos psíquicos y corporales a comer y el movimiento, despertar y dormir, que el niño feliz recibe en los brazos de la amante madre, la sonrisa y el amor, el cantar y acunar, el ser levantado ante el primer llanto por la madre en la noche y el dulce volver a sumergirse en sueños bajo la melodía de los susurros de la cuidadora, la satisfacción que el niño experimenta luego del primer grito por alimento a la hora habitual, ser acostado al pecho nutriente y el primer placer existencial semiconsciente y semiinconsciente, de yacer sobre el desnudo pecho de la madre lactando, todos estos placeres ensoñados, apenas percibidos y necesarias para el niño de la vida temprana, carece el niño de la institución nosocomial. A él le falta la magia de las nodrizas (Gross 1920,147 f)

 

Y sigue el informe del pediatra que cita Gross: “se escucha como una investigación ética espiritualmente maravillosa, es una ley de la naturaleza (…)”: se le roba al niño la madre, éste se muere “sin salvación alguna”. Recién luego que se reconociera en tiempos actuales como causa del hospitalismo la carencia de amor y se sustituyera en las instituciones hospitalarias para lactantes los cuidados esquemáticos masivos por cuidados individuales singulares” estuvo allanado el camino para la superación del hospitalismo (…): a cada niño una madre” (1920,148). Puesto que el amor de la madre (o de otra primera persona de apego) no se puede sustituir por nada. “El amor de la madre al lactante, que ella nutre y cuida, es algo mucho más profundo que su posterior afectación  para el niño en crecimiento, ella es de naturaleza de una total relación amorosa satisfactoria, que no satisface tan solo todos los deseos anímicos, sino también todas las necesidades corporales, y si representa una de las formas alcanzables de la felicidad humana es porque ello deriva por lo mínimo de la posibilidad, de satisfacer sin reproches mociones de deseo hace tiempo reprimidas y que habría que denominar perversas” (Freud 1910,187 f).

   Sí la madre es la primera seductora del niño – y el niño es el innato seductor de la madre. ¡Sí, la demanda pulsional del niño esta desde el comienzo dirigida a seducir a la madre al amor!

 

Cuando la satisfacción sexual de comienzo aún se hallaba ligada con la absorción del alimento, el instinto sexual tenía un objeto sexual por fuera del propio cuerpo en el pecho de la madre. Lo perdió solo más tarde, quizás al tiempo que al niño se le hizo posible figurar la persona total, a la cual pertenecía el órgano que a él le proporcionaba la satisfacción [ el pecho – BN]. El instinto sexual deviene en la regla entonces autoerótico, y recién luego de superar el periodo de latencia, se establece nuevamente la relación originaria. No sin buen fundamento devino la succión del niño al pecho de la madre paradigmático para toda relación amorosa. El hallazgo del objeto es en realidad un reencuentro. (Freud 1905, 123 f – resalt. BN)

 

   El ligamen originario entre la madre y el niño es otorgado por la naturaleza - es decir: desde la necesidad del niño como de la madre. En ello es imposible distinguir egoísmo y altruismo  Puesto que “como consecuencia de la por naturaleza referencia mutua de las metas pulsionales contrapuestas se hace innecesaria la zozobra por el bien del otro” (Balint 1939, 128). El amor de la madre acuña el cuerpo del niño – y el recuerdo de esa felicidad permanece anclado en la memoria corporal. Asimismo tan profundamente yace el “trastorno fundamental”, un trastorno originario del alma corporal  - es decir de las inquietudes afectivas del cuerpo.Ella es más tarde – contrariamente a todas las fantasías del terapeuta como la madre mejor - ya imposible de remover. Ella podrá en el mejor de los casos “cicatrizar” y así doler menos.

   El vinculo madre-hijo no es de la pureza estilo Madona, que sugiere la imagen del altar, sino que es de naturaleza “pulsional” - entendido en el sentido de Freud y Gross – de naturaleza “sexual”. La sexualidad del niño se puede ser diferenciado tan solo como abstractum, de lo que el niño experimenta por lo demás en el encuentro cercano de la piel con la madre. El niño llega al mundo como ser “sexual”, aunque de ello más tarde no pueda saber más nada. “ Pocas mediaciones del psicoanálisis han encontrado una tan generalizada repudio, generado una tal irrupción de zozobra como la afirmación que la función sexual comienza desde el inicio de la vida y que se exterioriza en la niñez en importantes manifestaciones” (Freud 1925, 59). Antaño los críticos de Freud aparecían en escena como apóstoles de la moral. Hoy en cambio argumentan “científicamente”, cuando atacan la tesis, que la madre y el niño serían “objetos pulsionales” recíprocos. No, hoy se dice, madre e hijo serían “espacios de resonancia para una multiplicidad de necesidades corporales y anímicas” a las cuales pertenecerían”la regulación fisiológica. el placer sensual, la curiosidad, el apego, la comunicación la aversión y quizás también el reconocimiento”. En comparación con lo que el por Gross citado pediatra ya sabía hace cien años se mantiene el valor novedoso de estos conocimientos dentro de límites. Sin embargo incólume sigue el crítico moderno: Ninguno de la

 

Multiplicidad de necesidades corporales y anímica debería ser privilegiada en su significación para el desarrollo infantil (…).Por ello adquiere la lematización de estas necesidades un alto peso frente a la tradición, y el antaño tema central de la sexualidad retrocede a un segundo plano. (Dornes 2005, 127).

 

¿Por qué? Porque la ganancia de placer, que el lactante adquiere desde el poder sobre las cosas, habría sido entretanto demostrado experimentalmente:

 

Átese un hilo de un pie del lactante y conéctese el hilo a un Mobil. Luego de un corto tiempo el lactante reconoce la relación entre el movimiento del pié y el movimiento del Mobil” (2005, 122).

 

Y cuando se dio cuenta de ello, entonces el pequeño comienza a reír. ¡Él puede mover el mundo con una patada!

   Nietzsche diría quizás, el lactante acaba de demostrar la existencia de la voluntad de poder. Y Schopenhauer escucharla en el cloqueo del lactante la melodía de la voluntad por la vida. Pero no, dice el crítico moderno, lo que “aquí se observa e”, es:

 

Placer no sexual, placer funcional, el placer, la alegría o, si se quiere así, la excitación por el descubrimiento de un enlace y la aparición de un acontecimiento, cuyo autor es uno – el descubrimiento de la potencia efectiva, que es.  el nutriente de todo sano narcisismo. (2005, 122)

 

¿Qué dice a esto el lactante? Él no puede hablar  ¡Y por eso comienza a saltar con todo su cuerpo – cuando el mundo de le aparece en la gestalt de su madre ante sus ojos, no a partir de una patada, empero sí mediante el sonreír, o si no es posible de otra manera con un llorar poder movilizarla para ocuparse de él! Este es el “poder” del lactante quien mediante el reír y llorar puede tornar su “impotencia” y de esta manera conseguir lo que necesita urgentemente: el amor de la madre, de la cual crecerá el “amor” del niño a la madre. Si el niño tiene ese éxito, entonces adquiere confianza en su “poder”: autoconfianza. El “poder” y el placer” son por eso desde el comienzo hermanos siameses. Puesto que si la madre pone a disposición lo que el niño necesita, entonces el niño experimenta “placer”. Se quiera denominar a este placer finalmente “sexual”, “no sexual” o “asexual” es lo mismo. Es el placer que trae consigo la satisfacción de elementales necesidades corporales

   Freud ha igualado “relaciones amorosas (expresado de forma indiferente: ligámenes afectivos)” (1921, 100) con la ligadura libidinal con la madre. Para ello citó a Goethe, quien en la novela Las Afinidades Electivas habría transferido “una idea del círculo representacional de la química a la vida amorosa” (Freud 1930, 549). La ciencia moderna le da la razón a Freud, retrotrajo el amor celestial a condiciones terrenales: ya en el recién nacido se eleva el nivel de opiáceos (endorfinas), los que tienen efecto euforizante (y con ello contrarios al desarrollo de angustia), apenas experimenta la presencia de la madre. La producción de la hormona oxitocina en el hipotálamo que tanto en la madre y en el niño “es estimulado por el contacto y la ternura” Bauer, 2007, 64) es la base de la inclinación mutua que ambos sienten. Dado que  el sentimiento de “placer” que aquí se instala, liga al niño y la madre.

   En el comienzo eran aún uno la psique y el soma dividió el Señor, esto es la razón, el mundo psicosomático en alma y cuerpo. Y sin embargo la unidad  se mantiene en la profundidad  del alma, esto es, en el cuerpo. Y por eso se observan las consecuencias del temprano acoplamiento de apego, placer y ternura también aun en la vida ulterior. Por ejemplo en niños de cuatro años que juegan con sus madres una media hora. En ellos se puede verificar seguidamente un aumento del nivel de oxitocina en orina. En niños que tuvieron que pasar el “primer año de vida sin un cuidado individual en un orfanato”, “decayó este efecto en promedio considerablemente” (Bauer 2997, 64).

   La excreción de opiáceos generados en el propio cuerpo (serotonina, dopamina) , que posibilitan la vivencia de “placer” y la excreción de endorfinas, que condicionan la vivencia de displacer, se independizan más tarde de la repetición de tempranas formas de relación, sin embargo las condiciones bioquímicas para la gratificación y el castigo permanecen en su forma básica conservadas. El sistema de gratificación y castigo que acuña al cuerpo como al alma, que se desarrolla tempranamente en la relación madre-hijo, es modificado en el curso de la vida, pero no fundamentalmente abolido. Por ello se debió

 

destacar en una teoría que coloca en el punto central de las relaciones entre los seres humanos, (---) el  más importante punto de partida a la actitud materna frente al niño, es decir, su amor, calidez, dedicación etc. (Fromm 1949. 4)

 

En ese sentido tenía razón Otto Gross: el paraíso fue maternal. Y Wilhelm Reich también tenía razón: El transitorio reestablecimiento de la  capacidad infantil de vivenciar posibilita el temporal retorno al paraíso. 

 

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